Yo en el papel estelar de
Hoy, voy a hacer como todo el mundo y explicar lo que me acontece, aunque a nadie en su sano juicio le importe.
Allá vamos (suena la “intro” de “Sin documentos” de los Rodríguez):
Ahora mismo estamos en el último día de mis vacaciones obligadas de tres días. Mi salud mental no está demasiado bien, y mi moral la dejé en la otra chaqueta…
Hoy me he levantado con la idea de donar sangre (mi mala sangre), pero al parecer he llegado un mes tarde a la cita con los vampiros. Esto me pasa por no prestar atención a lo que leo.
Por la tarde he ido a mi biblioteca favorita, la Tecla Sala de l’Hospitalet. Esto es lo que suelo hacer en vacaciones, fijatetú. Esta biblioteca, aparte de ser la mejor que conozco, me gusta porque está bastante lejos, y tengo que atravesar la parte más pintoresca de Hospi, y eso reconforta. Reconforta encontrar a niños de todos los colores y nacionalidades, compartiendo esos momentos de gamberrismo inocente, y esas confidencias internacionales que, ¿qué queráis que os diga?, dan mucha esperanza sobre el futuro de la humanidad (algunos pueden vivir sin esperanza, pero yo no. Prefiero autoengañarme, que vivir si ilusiones).
Bueno, a lo que iba: lo que me ha hecho escribir esto. En la biblioteca se celebra una pequeña parte de Kosmópolis, exposición general literaria, que reparte actos por toda Barcelona entre fines de este mes y principios del próximo. Y bueno, una parte le toca a Hospitalet.
Y allá estaba yo, a las puertas de una exposición que daba un proyector a una sala vacía. Y una hermosa e intrépida periodista, viendo que era el único que había por ahí y (ejem) tengo esta mía cara de ser la persona más accesible del mundo para proponer cosas raras, pues eso: me dijo si podía hacer el papel de l’Hospitalet entregado a la cultura y filmarme. Así que me filmó mirando con curiosidad el cartel de la expo, cogiendo un folleto, hojéandolo, leyéndolo, entrando en la sala, y sentándome en la vacía primera fila en un ángulo que no dejase ver que estaba, pues eso, vacía. Y se fue, dándome las gracias, y yo me quedé viendo en el proyector a una australiana explicando cuentos del tiempo de los sueños. Explicó un gran cuento sobre el ornitorrinco (cuento que ya pondré por aquí). Bueno, sí, podía haber salido, no escuchar la historia del platypus, e invitar a la periodista a un café de máquina, pero yo sigo siendo yo mismo, como el ornitorrinco (què hi farem?).
Y volví a casa con el cómic “Jimmy Corrigan” de (llevo tiempo con ganas de Chris Ware comprarlo, pero he desistido en gastarme los 30 leuros que vale, y seguro merece), y “El rellotge mecánico” de Philip Pullman (autor de Luces del norte).
Y hasta aquí la experiencia de mi primer papel de protagonista absoluto, y una paja mental más que apunto en Internet, porque aun no me he comprado una libreta ni he estudiado caligrafía.
Allá vamos (suena la “intro” de “Sin documentos” de los Rodríguez):
Ahora mismo estamos en el último día de mis vacaciones obligadas de tres días. Mi salud mental no está demasiado bien, y mi moral la dejé en la otra chaqueta…
Hoy me he levantado con la idea de donar sangre (mi mala sangre), pero al parecer he llegado un mes tarde a la cita con los vampiros. Esto me pasa por no prestar atención a lo que leo.
Por la tarde he ido a mi biblioteca favorita, la Tecla Sala de l’Hospitalet. Esto es lo que suelo hacer en vacaciones, fijatetú. Esta biblioteca, aparte de ser la mejor que conozco, me gusta porque está bastante lejos, y tengo que atravesar la parte más pintoresca de Hospi, y eso reconforta. Reconforta encontrar a niños de todos los colores y nacionalidades, compartiendo esos momentos de gamberrismo inocente, y esas confidencias internacionales que, ¿qué queráis que os diga?, dan mucha esperanza sobre el futuro de la humanidad (algunos pueden vivir sin esperanza, pero yo no. Prefiero autoengañarme, que vivir si ilusiones).
Bueno, a lo que iba: lo que me ha hecho escribir esto. En la biblioteca se celebra una pequeña parte de Kosmópolis, exposición general literaria, que reparte actos por toda Barcelona entre fines de este mes y principios del próximo. Y bueno, una parte le toca a Hospitalet.
Y allá estaba yo, a las puertas de una exposición que daba un proyector a una sala vacía. Y una hermosa e intrépida periodista, viendo que era el único que había por ahí y (ejem) tengo esta mía cara de ser la persona más accesible del mundo para proponer cosas raras, pues eso: me dijo si podía hacer el papel de l’Hospitalet entregado a la cultura y filmarme. Así que me filmó mirando con curiosidad el cartel de la expo, cogiendo un folleto, hojéandolo, leyéndolo, entrando en la sala, y sentándome en la vacía primera fila en un ángulo que no dejase ver que estaba, pues eso, vacía. Y se fue, dándome las gracias, y yo me quedé viendo en el proyector a una australiana explicando cuentos del tiempo de los sueños. Explicó un gran cuento sobre el ornitorrinco (cuento que ya pondré por aquí). Bueno, sí, podía haber salido, no escuchar la historia del platypus, e invitar a la periodista a un café de máquina, pero yo sigo siendo yo mismo, como el ornitorrinco (què hi farem?).
Y volví a casa con el cómic “Jimmy Corrigan” de (llevo tiempo con ganas de Chris Ware comprarlo, pero he desistido en gastarme los 30 leuros que vale, y seguro merece), y “El rellotge mecánico” de Philip Pullman (autor de Luces del norte).
Y hasta aquí la experiencia de mi primer papel de protagonista absoluto, y una paja mental más que apunto en Internet, porque aun no me he comprado una libreta ni he estudiado caligrafía.
2 comentarios
sergigres -
Muchas gracias por el comentario, hace que esto parezca un blog y todo.
Anónimo -
Encontraste un cómic y unas calles medio felices, ¿no es genial?